¿Qué es el amor para la ciencia?

la ciencia del amor
La ciencia del amor

Para intentar responder a esta cuestión, una centena de investigadores y especialistas del mundo entero estudió sus mecanismos, secretos y misterios.

Cuando pongas la palabra «amor» en búsqueda por internet, obtendrás más de doscientos millones de resultados. En cambio, cuando escribas la palabra «sexo», tendrás «sólo» ciento catorce millones de resultados, comenta Leo Bormans, escritor, conferenciante y diseñador del libro The World Book of Enrolla – El Secreto del amor (ediciones Raíz).

Contrariamente a las ideas recibidas, el amor es más importante que el sexo. «Todo el mundo quiere enamorarse, todo el mundo quiere gustar y ser gustado y quise saber por qué», explica Leo Bormans. Durante dos años, el autor solicitó a los especialistas más eminentes del mundo entero (sociólogos, psicólogos, antropólogos, neurocientíficos y sexólogos) que le resumieran, en mil palabras, sus conocimientos sobre el amor.

He aquí el resultado: un gran libro de trescientas cincuenta páginas que casi se lee como una novela de amor. «Considero este libro un «espejo», que nos ayuda a reflexionar, así como una «ventana» abierta que nos dispone a entrar en acción. Deseo que los lectores transformen estas informaciones en conocimientos, luego en sabiduría».

El amor según la ciencia: un juego de moléculas

El amor, un estado emocional extremadamente poderoso, universal, que siempre existió. «El amor es una forma de gestión de la materia”, explica Jean-Didier Vincent, neuropsiquiatra y neurobiólogo francés, uno de los creadores del libro. La vida apareció progresivamente por interacción de las moléculas que se reconocieron por afinidad. Hoy podemos creer que el amor y el sexo son química. El fin del amor es muy simple y consiste en unir dos seres entre ellos. Las primeras teorías sobre el amor fueron elaboradas por Platón. Fue él quien mejor comprendió el deseo amoroso en función del cuerpo deseoso y lo resumió en esta frase célebre: «lo que no se tiene, lo que no se es, he aquí los objetos del deseo y amor».

Científicamente hablando, nos enamoramos cuando ambas hormonas del amor, la dopamina y la oxitocina, son liberadas en el cerebro. La dopamina regula el deseo que va a llegar a las estructuras de la corteza de nuestro cerebro implicadas en el circuito de la recompensa. Este circuito, esencial para nuestra supervivencia, favorece los comportamientos fundamentales: comer y beber, particularmente. Nos incita, también, a repetir las experiencias agradables: es el blanco privilegiado del sentimiento amoroso, la excitación sexual y las drogas. La oxitocina es la otra hormona implicada en el circuito de la recompensa. Es sintetizada por el hipotálamo y secretada por la hipófisis situada en la base del cráneo.

Descubrimientos recientes científicos probaron que la oxitocina se libera también en el momento de las caricias, contactos sexuales y el orgasmo con sensaciones de bienestar, relajación y afecto hacia el otro. Esta hormona es una molécula muy importante en la socialización y refuerza el sentimiento de confianza de sí mismo frente a otros.

«Si la oxitocina interviene en el afecto entre ambos compañeros, también, forzosamente, en la fidelidad en el seno de la pareja”, subraya Jean-Didier Vincent. Podemos avanzar que es la hormona de la monogamia y también del adulterio. Las hormonas sexuales no se preocupan de la moral de los humanos. La fidelidad es, por otra parte, excepcional, una hazaña. Puede encontrarse un ochenta por ciento de gente infiel. La fidelidad es una construcción mental que reposa en el compromiso personal de la pareja. En el amor, el cerebro es el instrumento y no hay que p

rivarle de alimento. Para mantener la llama, sólo un solo consejo que dar: haz el amor, haz el amor y haz el amor pero no a tontas y a locas, desde luego. Cuando se está bien en la piel el deseo se mantiene intacto. El arte de gustar es sinónimo de arte de vivir. Se cultiva a diario y cultiva el placer y el deseo. El amor y la sexualidad necesitan un cierto control».

Resumamos. Según los últimos descubrimientos en neurociencia, la dopamina y la oxitocina son hormonas necesarias y suficientes para poner en marcha el sentimiento amoroso. Implican las mismas zonas cerebrales y son universales. Las encontramos en el lazo de unión de las parejas, en el afecto entre padres e hijos, en el amor homosexual y heterosexual. Muy afortunadamente, los mecanismos cerebrales no resumen el amor y la sexualidad donde el inconsciente desempeña un papel importante.

Para la ciencia, cada amor es único

Sí, a priori, el amor es muy simple y siempre único. «Cada persona tiene su definición del amor”, dice Leo Bormans. Para encontrar el alma gemela hay que buscar a alguien que tenga la misma visión. Las palabras «te quiero» deben tener el mismo significado para ambos compañeros. Cada uno edifica su historia de amor según su personalidad y sus aspiraciones.

Así, algunos sueñan con un cuento de hadas o un amor «hollywoodiense», otros desean vivir un tipo de «novela policíaca» con acción y emociones fuertes. Están, también, los que buscan un amor «negocio». Los guiones pueden ser variados».

¿La mejor receta para que el amor rime con siempre? Dar amor pero también respetar y cultivar la autonomía de la otra persona, practicando el «fenómeno Michel-ángel» (desarrollado en el libro por el psicólogo Madoka Kumashiro). El escultor decía que tallaba, poco a poco, un bloque de piedra hasta que lograra dar con la forma ideal que se encontraba encerrada en su interior.

Esta teoría sugiere que necesitamos un escultor hábil que nos ayude a descubrir nuestro «yo ideal», es decir, la persona que aspiramos a ser. «Cada uno cambia y evoluciona a lo largo de la vida, concluye Leo Bormans. Nuestra pareja sigue el mismo progreso. Hay que respetarle y animarle en esa dirección. Hay que darle oxígeno. El amor exige esfuerzos. La publicidad, el cine y los libros, a veces, nos dan una mala imagen del amor».

¿El amor dura tres años?

el amor dura 3 añosFréderic Beigbeder afirma que «el amor dura tres años». Es también la opinión de ciertos neurobiólogos que observan que el hombre está programado para gustar justo el tiempo de procrear. Después, ya es otra historia.

Parece en efecto que «el amor pasión» no pueda durar mucho más tres años. La pareja, el afecto, las ganas o necesidad de estar juntos sí puede durar más tiempo, pero eso ya es otra cosa.

El amor pasión dura el tiempo de procrear

Un cerebro enamorado se caracteriza por una actividad aumentada de la oxitocina. Esta hormona se produce en gran cantidad durante el beso, el orgasmo o el parto.

El cerebro del enamorado es muy rico en oxitocina. Según los neurobiólogos, hay una razón para esto: la oxitocina nos mantiene en un estado ilusorio que no nos permite ver los defectos del otro y crea, rápidamente, un sentimiento de intimidad y deseo de concebir un niño.

Lucy Vincent, neurobiólogo, escribió: «al enamorarnos estamos bajo el control de procesos programados y sensibilidades que son resueltas sin voluntad por nuestra parte». «El amor pasión», tiempo en el que no se ven los defectos del otro, se programa por la naturaleza para favorecer el proceso de reproducción y preservación de la especie.

Pero, la naturaleza no es muy generosa: «el amor programado dura tres años”. Con relación a los criterios biológicos, el amor de las ilusiones se detiene ahí. Por otra parte, en el entorno natural, la vuelta al funcionamiento de base del cerebro (la desaparición de la oxitocina significa el fin de la historia de amor).

En realidad, parece abusivo fijar un «límite» en el amor pasión, pero los neurobiólogos observan que los efectos de la oxitocina sobre el cerebro disminuyen con el curso del tiempo. Llega un momento en que ya no funciona.

Después, tú decides

Una vez vueltas las tasas de hormonas a la normalidad, la pareja aparece con todas sus imperfecciones. Es lo que Lucy Vincent llama el «despertar doloroso». Plantéate, entonces, una nueva fase, la de los compromisos:

«Todo depende de lo que se entienda por amor», subraya Yves Dalpé, psicólogo y autor de La fuerza de los enamorados de larga duración. Si se habla sólo del principio, allí dónde la excitación es máxima, es evidente que esto no dura. Pero, el amor es también el placer de ver a la otra persona, las ganas de estar juntos, comprenderse. Si se obtuvo placer estando juntos al principio de la relación, esto se mantendrá con el curso de los años. Evidentemente, habrá conflictos y decepciones de modo cíclico en la pareja pero, si disponemos de recursos personales adecuados, el placer de estar juntos perdurará».

«Hacer durar una historia de amor exige esfuerzos, pero el esfuerzo no deberá ser permanente y, sobre todo, deberemos ser los primeros beneficiarios. Opino que quedarse mucho tiempo en pareja es un acto de egoísmo. Nos quedamos para damos gusto a nosotros mismos, no para dárselo al otro».

La duración del amor es para privilegiados

Para Michèle Pagès, profesor en sociología de la universidad de Aix-Marseille y autor del amor y sus historias, esta cuestión de la duración del amor se prioriza en los medios sociales:

«La elección de quedarse en pareja o separarse, si el sentimiento no existe ya, no es una regla común. Es olvidar los diseños del amor, pareja, familia y experiencia. Para algunos, la vida en pareja es una cuestión de supervivencia».

Las leyes del amor que dura

El amor es una droga, el amor dura tres años, la infidelidad es natural, estamos inmersos en ideas recibidas que están lejos de reflejar la complejidad efectiva del sentimiento amoroso.

El modelo de adicción amorosa que se aplica al amor a primera vista, pierde su pertinencia si la pareja dura. Los neurobiólogos intentan explicar por algunos microgramos de hormonas del afecto, el mantenimiento del sentimiento amoroso más allá de este período de locura amorosa.
Según un psicólogo célebre americano, el amor reposa esencialmente en tres componentes: pasión, intimidad y compromiso. La dosificación de estos tres ingredientes colorea el tipo de lazo amoroso. Un cóctel susceptible de evolucionar con el curso del tiempo y según los acontecimientos.

Pasión, intimidad, compromiso

La pasión es el ingrediente más evidente, es la versión hollywoodiense del amor romántico, calentado por el deseo sexual pero con algunas notas más sorprendentes.

La intimidad resume este sentimiento de proximidad, de conexión, de gustar. Se traduce por el sentimiento de sentirse bien en presencia del otro, comprensión mutua, apoyo emocional, respeto y admiración. Es, también, el componente central de la amistad.

El compromiso es el más inesperado de tres ingredientes del amor. Se trata, a corto plazo, de la decisión de comprometerse en pareja y, a más largo plazo, de las ganas de esforzarse por mantener el lazo amoroso. Es un componente decisivo para la supervivencia de la pareja.

Evaluar tu pareja

Cada uno puede evaluar su pareja gracias al triángulo de Sternberg. ¿Los tres elementos están presentes o uno de ellos está debilitándose? Puede pasar, por ejemplo, que uno de los dos compañeros, insatisfecho por la evolución de su pareja, decida aumentar su nivel de compromiso. Durante esta fase va a realizar esfuerzos importantes para modificar la situación, pero, si el otro no se da cuenta, la crisis será inevitable.

Lo mismo sucederá si los esfuerzos no son sinceros o se limitan a algunas medidas menores de ajuste. El que hizo esfuerzos, sólo, durante un tiempo, va luego a bajar los brazos y a entrar en una fase de decaimiento que puede acabar en separación. No es raro que el otro esté sorprendido por una decisión que le parece demasiado excesiva cuando los niveles de intimidad yo pasión son todavía evidentes.

Otras teorías tienen, también, su interés en la comprensión de la atracción amorosa. Así es como el psicoanalista J-G. Lemaire detalla en su obra: La pareja, cómo los compañeros sacan beneficios inconscientes de su pareja.

El concepto de unión fundada sobre nuestras debilidades inconscientes es menos glamuroso, por cierto, que la visión romántica, pero expresa lazos de otro modo incomprensibles. Se explica, también, por qué la evolución psicológica de uno de los dos puede terminar con un lazo que parecía inalterable.

Evidentemente, el sentimiento amoroso resiste a la simplificación.

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